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La plaza de El Pilar de Zaragoza.

 

El origen de la plaza del Pilar

El origen de la plaza del Pilar es muy antiguo, hunde sus raíces en el fosal (cementerio) de la iglesia de Santa María, que durante la dominación musulmana aglutinó el barrio mozárabe de Sarakusta.

En los años posteriores a la conquista de la ciudad musulmana (1118), Zaragoza quedó dividida en quince barrios o parroquias que jugaron un importante papel en la administración municipal.  Cada una de estas parroquias contaba con su propia iglesia y fosal, situado junto a ellas, para el enterramiento de los vecinos que a ellas pertenecían, a la par que servían como lugar de reunión para los asuntos municipales. 


Pero Santa María era un caso especial, pues además del cementerio parroquial, ubicado en la iglesia, en la capilla de Santa Ana, contaba la existencia de otro exterior, situado delante de la iglesia, que en 1220 el obispo D. Sancho dispuso fuera común a todas las iglesias de la ciudad. Este fosal perduró a lo largo del tiempo, según M.I. Falcón, en su libro Zaragoza en el siglo XV: “existía desde muy antiguo el Fosal de Sancta María, contiguo a la iglesia, en la plaza del mismo nombre…”. 

Quizá por ser común a todas las iglesias parroquiales de la ciudad, allí se reunía el concejo zaragozano antes de que se construyeran (s. XIII) las llamadas Casas del Puente (ayuntamiento), tradición tan arraigada que incluso se mantuvieron las reuniones en el fosal después de ser establecida la casa consistorial.

Con el paso del tiempo el lugar fue jugando un papel relevante hasta el punto de que en 1332 se trasladó allí el Mercado, desde 1210 establecido en el lugar que ocupa el actual. Pero el trasiego y las incomodidades que esto suponía para la iglesia hicieron que pocos años después fuera trasladado a su lugar anterior.


Un siglo después, en 1435, un gran incendio destruyó por completo la iglesia de Santa María y el claustro donde se ubicaba la Virgen, por lo que fue necesario construir una nueva iglesia, de estilo mudéjar, que quedó concluida en 1515. La plaza del Pilar debió de presentar entonces un nuevo aspecto y posiblemente una ampliación, pues fue destinada a nuevos usos entre ellos la venta de pescado fresco procedente de los ríos de la ciudad. 

Más tarde, en el siglo XVII, la plaza del Pilar ocupaba ya un lugar preferente en la ciudad y según Mariano Nogués (1) era ya un lugar profano, allí se celebraban numerosos festejos que atraían a ella a toda la población, tales como los llamados juegos de cañas y las corridas de toros.  A pesar de esto, según R.M. Blasco (2) “la plaza del Pilar… en la primera mitad del s. XVIII, seguía siendo lugar de enterramiento de los desamparados.”, es de suponer que en alguna zona concreta de ella. También indica que en la plaza se vendía pescado, en lo que se llamaba “la red de pescado de la ciudad”.


Plaza mayor de Madrid: Fiesta Real en la Plaza Mayor (1623). Óleo atribuido a Juan de la Corte

Sin embargo, a finales de este siglo las cosas cambiaron de forma radical al comenzar las obras que habrían de sustituir el templo mudéjar por el actual, debido a lo cual los espectáculos volvieron al lugar donde siempre se habían celebrado, la plaza del Mercado.

Pero la construcción del nuevo templo planteó un grave problema pues al incorporar la capilla del Pilar al interior del nuevo templo éste se construyó a su nivel por lo que la plaza del Pilar quedaba a unos tres metros más alta que el suelo del templo.

Según recoge Nogués el desnivel era tan considerable que “… por algunas partes había cerca de dos estados, siendo necesarias gradas para bajar al templo.”

Solucionar el problema supuso el rebaje de la plaza, en el que trabajaron y colaboraron todos los zaragozanos quedando la plaza al nivel del templo en un tiempo récord, poco más de dos meses. Después para salvar el desnivel que quedó con las calles circundantes se construyeron las llamadas Escalerillas del Pilar en el ángulo sureste de la plaza.


Así se mantuvo la plaza del Pilar hasta la mitad del siglo XX, pues aunque en 1916 el arquitecto municipal José Yarza presentó un ambicioso proyecto que proponía ampliar la plaza para que fuera adecuada para celebraciones, el proyecto no se llevó a cabo. En 1939, tras la guerra civil, el también arquitecto municipal Regino Borobio fue quien realizó la ampliación al unir la plaza del Pilar a la antigua plaza de Huesca, derribando los viejos edificios y el arco que las separaban. En ese mismo año también fueron derribados los edificios que componían la antiquísima calle del Pilar quedando definitivamente conformada la plaza.

La última gran reforma se llevó a cabo en los años 80 del siglo XX, se realizaron importantes trabajos y se peatonalizó.

Así, la plaza del Pilar que nació siendo un fosal, con el paso de los siglos se ha convertido en una de las plazas peatonales más grandes de Europa en la que se celebran todo tipo de actos, religiosos, civiles o lúdicos.



(1) Nogués, M. Historia crítica y apologética de la Virgen nuestra señora del Pilar de Zaragoza. Madrid 1862. Pág. 337 y ss.

(2) Blasco, Rosa Mª. Zaragoza en el siglo XVIII (1700-1710).Editorial Librería General. Colección Aragón. Pág. 35


BIBLIOGRAFÍA

Nogués, M. (1862) Historia crítica y apologética de la Virgen nuestra señora del Pilar de Zaragoza. Madrid.

Blasco, Rosa Mª. (1977) Zaragoza en el siglo XVIII (1700-1710). Editorial Librería General. Colección Aragón.


Rosa Germán         


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