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AUGUSTO DE PRIMA PORTA EL CORTADO DE JUSLIBOL RAMÓN J. SENDER EL PARQUE GRANDE EL TIBURÓN DEL HUERVA  EL ACUEDUCTO DE ZARAGOZA  CUAN LA CANDELERA PLORA, L'IBIERNO YA YE FORA LA CAMPANA DE LOS PERDIDOS LA TORRE DE BRUIL

La torre de Bruil

¿Sabías que… la torre de Bruil fue una finca paradisíaca y luego un campo de futbol? 


En los terrenos que hoy ocupa el Parque Bruil, construyó su residencia el zaragozano Juan Faustino Bruil y Olliarburu (1810-1878​), personalidad muy influyente en la ciudad, hombre de negocios, banquero y gran representante de la burguesía aragonesa de su época, que también jugó un importante papel en la política española del tercer cuarto del S. XIX. 


Famosa y admirada, la Torre de Bruil1, era una finca de recreo construida con todos los lujos de la época a las afueras de la ciudad. Sus frondosos y exóticos jardines suscitaban la imaginación del vecindario, que la veían como un rincón paradisiaco en una ciudad que todavía arrastraba las consecuencias destructivas de la Guerra de la Independencia y las no menos penosas de la desamortización.
La torre estaba situada en el número 38 de la calle Asalto, frente a la actual calle de Cantín y Gamboa, y fue construida sobre unos terrenos que pertenecieron al convento de san Agustín ubicado, desde su fundación en 1286, pegado a la muralla medieval, a intramuros, en la margen izquierda del río Huerva, muy cerca de su desembocadura en el Ebro.

 Este convento quedó prácticamente en ruinas durante el Segundo Sitio de Zaragoza (1809), y años más tarde, como consecuencia de la desamortización de Mendizábal (1835-1836) los terrenos adyacentes al convento, en el término de La Huerva (olivares y huertas), pasaron al Estado y fueron puestos a la venta como bienes nacionales. 
En 1842, Zacarías Iñigo y María Sardaña, su esposa, compraron al Estado una huerta de dos cahíces2 y un almud, que había pertenecido al convento. Poco tiempo después, en 1844, la adquirió Juan Bruil con la idea de construir en esos terrenos, situados a las afueras de la ciudad, una suntuosa finca sin precedentes en Zaragoza, para lo que en 1850 también compró algunos campos colindantes (el olivar del convento) con lo que amplió el espacio, que ascendía a un total de casi 4 hectáreas.
Allí mandó construir una casa3, con fachada a la actual calle Asalto, situada frente al convento de Santa Mónica, que mostraba al exterior un aspecto humilde y sencillo, pero que recogía en su interior todas las modernas comodidades de la época. El único signo de ostentación hacia la calle era el tío Antonio, el conserje, que con un flamante y llamativo uniforme guardaba la puerta de la finca. Ese aspecto externo contrastaba mucho con el interior de la torre en el que el derroche y el lujo trajeron de la mano a la ciudad grandes novedades. 
Juan Bruil ideó su finca al estilo de la maison rustique tan de moda en Francia; mandó construir cinco edificios más destinados a múltiples usos y para la construcción del grandioso parque trajo a la ciudad varios famosos jardineros franceses que trabajaron durante años en su construcción y mantenimiento. 
Desde invernaderos de Francia se trajeron un sinfín de plantas, la mayoría desconocidas en Zaragoza, como magnolios de enormes y fragantes flores, esbeltas palmeras o bambúes de altísimos tallos negros, que daban a los paseos un aire exótico, enigmático y singular.

Parterres, alamedas, esculturas, grandes invernaderos, estanques con peces de colores que eran verdaderos acuarios, conformaron aquel magnífico vergel admirado por propios y extraños, donde la vida transcurría plácidamente.
Mandó también construir una especie de “montaña rusa”, un montículo que se elevaba 25 metros desde el suelo al que se ascendía por una escalera de madera adosada a él. Sobre éste se excavaron varios huecos a modo de cuevas, que a los ojos de los visitantes tenían un aspecto misterioso.
Ningún invitado de Juan Bruil se iba sin subir a ella, y quienes alcanzaban su cumbre contemplaban con admiración la magnífica panorámica de la ciudad y de los ríos Ebro, Gállego y Huerva, siendo la gran atracción de cuantos visitaban la finca.



Pero no sólo había exuberante vegetación, abundaba también la fauna: Faisanes, pavos reales, cisnes, perros de Terranova… y hasta micos en amplias jaulas. Incluso al fondo de la torre, en la zona más espesa del bosque de ribera y debidamente separados del resto, había ciervos y corzos.
Conocedor de la expectación que suscitaba en los zaragozanos, Juan Bruil mandaba repartir tarjetas que facilitaban la visita del parque en días de fiesta, lo que constituía un inaudito espectáculo. La concurrencia era numerosa y la posterior y exagerada narración de los detalles vistos en el interior, unidos a la tendencia política de Bruil, hacían correr los rumores de boca en boca, siendo fuente de de cuchicheos que describían a la finca como un lugar de múltiples misterios, especialmente entre la chiquillería, que intentaba siempre escabullirse para adentrarse en ella siendo frenados por el tío Antonio.

Para su mantenimiento, Bruil tenía contratados también varios jardineros y horticultores e incluso algunos trabajadores que se dedicaban a otros menesteres, pues entre huertas y otras explotaciones, llegó a tener allí hasta un criadero de gusanos de seda. La finca se abastecía del agua de la acequia de la Romareda, que tras largo recorrido por la ciudad llegaba hasta la torre.
Una gran tormenta ocurrida en septiembre de 1855, causó una importante riada del Huerva y consecuentemente la inundación de la finca, que produjo muchos daños en la misma, arrastrando hortalizas y frutos de todo tipo de los huertos propios y de los cercanos que llegaron hasta la finca. Retiradas las aguas, quedaron todos por el suelo, entonces Bruil abrió las puertas de su torre a cuantos niños quisieron entrar para que se llevasen las frutas y hortalizas que desearan, quedando así aclarados los misterios de la finca.

 En la casa, Juan Bruil tenía instalado su gabinete en el que ideó grandes proyectos, como la construcción de un ferrocarril a Francia por Canfranc, estudios para hacer navegable el Ebro, etc.
Al formar parte del partido progresista y ser partidario del político liberal Baldomero Espartero, del que llegó a ser gran amigo, la Torre se convirtió en 1854 en núcleo de rebelión, en ella se gestó el alzamiento de Zaragoza con motivo de la Revolución de 1854  (La Vicalvarada), que puso fin a  la década moderada (1844-1854) dando paso al Bienio Progresista (1854-1856).
Como consecuencia de esto Juan Bruil fue nombrado Ministro de Hacienda en 1855, cargo que ocupó sólo unos meses al producirse la contrarrevolución de 1856, que causó la retirada de  Espartero de la escena política. 
 Bruil continuó su labor política y en 1858 la Corona lo designó senador, durante ese tiempo, en 1861, mandó fabricar e instalar a su costa una puerta de hierro fundido que quedó ubicada en la plaza de San Miguel: la desaparecida Puerta del Duque, llamada así en honor de Espartero, duque de  la Victoria.
Pasaron los años, cambiaron las circunstancias políticas4 y la economía del matrimonio Bruil, se resintió, la finca estaba lejos de ser lo que fue, hasta tal punto que decidieron venderla. En 1868 la famosa torre, que se encontraba muy abandonada, fue vendida, a bajo precio, al notario Francisco de Cavia y su mujer Anselma Lac. 
Juan Bruil y su esposa Ángela Mur y Mendoza, que no tuvieron descendencia, pasaron a vivir entonces en la calle Dormer, en el palacio renacentista de su propiedad que hoy es sede de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza. Murió Juan Bruil el 21 de marzo de 1878

EL DEVENIR POSTERIOR

Tiempo después, al morir el notario Francisco de Cavia, que la había comprado al matrimonio Bruil, la torre fue heredada por sus cinco hijos, entre ellos Mariano de Cavia, ilustre periodista zaragozano. La que fuera hermosa y exuberante Torre de Bruil, se encontraba entonces en condiciones muy precarias y además sobre ella pesaban varias deudas, por lo que fue vendida en subasta judicial pasando a manos de Sebastián Montserrat que finalmente, en 1917,  la donó a su hijo José María Monserrat, que fue su propietario hasta 1959.
Durante la primera mitad del s. XX la finca tuvo distintos usos, según algunas noticias allí estuvo instalado un parque de atracciones, el “Luna Park” y, en la década de los veinte del pasado siglo, la finca pasó a ser campo de futbol, desde 1923 hasta 1934. 
Se construyó para ser el campo del  Real Zaragoza F. C., que en 1925 se fusionó con la Real Sociedad Atlética Stadium (los “avispas” por su camiseta a rayas negras sobre amarillo) formando así el Real Zaragoza Club Deportivo5, popularmente conocido como "los tomates", por su camiseta roja.
Para la construcción del campo, los árboles que quedaban de la famosa Torre fueron derribados y la venta de la madera supuso buenos ingresos para el club. Para hacer las gradas se llevaron al lugar miles de carretadas de tierra, que acabaron con lo que fue fértil finca. 
Se delimitaron las  instalaciones con una tapia de ladrillo y en el campo, que tenía capacidad para 6.000 espectadores (mayor que el de Torrero), se instaló una tribuna de preferencia con asientos de madera. Además, las instalaciones contaban con piscina, gimnasio, pista de patines… El campo fue inaugurado el 19 de octubre de 1924.
En este campo denominado Campo de la Torre de Bruil (Ver foto) o Campo de la calle Asalto jugó, hasta 1932, el Real Zaragoza Club Deportivo, que con la llegada de  la república (1931) perdió el apelativo de Real pasando a denominarse Zaragoza Club Deportivo (Ver foto). Este equipo fue el germen del que hoy es el Real Zaragoza5.
En 1932 este club se encontraba muy endeudado y al no poder pagar el alquiler tuvo que abandonar estas instalaciones que siguieron utilizando otros equipos hasta 1936.
En 1936 se construyó sobre estos terrenos un canódromo, de escasísima duración debido al estallido la guerra civil (1936-1939) y durante ésta, se dedicó a parque de automóviles.  En la década de los cuarenta y cincuenta la finca, que se encontraba abandonada, se convirtió en un cementerio de coches (Ver foto). Los terrenos seguían siendo propiedad de José María Monserrat.
En 1953 el Ayuntamiento de Zaragoza proyectó la construcción de un parque público en este lugar, pero los problemas derivados de la expropiación, hicieron desistir al Ayuntamiento de la idea.
Tres años más tarde, en marzo de 1956, de nuevo el Ayuntamiento de Zaragoza retomó la idea de construir un  parque, iniciando la expropiación forzosa según la legislación vigente en ese momento; al no estar de acuerdo el propietario, hubo pleitos y el asunto llegó hasta el Tribunal Supremo, que dictó sentencia en marzo de 1959 favorable a las pretensiones del Ayuntamiento de Zaragoza. 
Los terrenos fueron expropiados y según la sentencia hubo de pagarse 5.345.6306 pesetas.
Después, a estos terrenos se les añadió los lindantes del antiguo e histórico Molino de Goicoechea y sobre ellos se construyó el actual parque que lleva el nombre de aquel ilustre zaragozano: El Parque Bruil, que quedó inaugurado el 18 de julio de 1965.




                                                         Rosa Germán
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1     En Zaragoza, casa de campo, granja o finca de recreo.  Texto basado en el libro ¡Aquí… Zaragoza!. Tomo VI. BLASCO IJAZO, José. Zaragoza, 1960
2     LARA IZQUIERDO, Pablo: Sistema  aragonés  de pesos y  medidas.  La  metrología  histórica  aragonesa  y  sus  relaciones  con  la  castellana.  Guara  Editorial, Zaragoza, 1984, pág. 77 :
En Aragón:
1  Cahizada  =  8 fanegas  =  57,21  áreas  y 44 dm2

1  Almud=  100 varas  cuadr.  =  0,59 áreas  y  59 dm2  

Pág. 87: “No  obstante,   es  preciso  advertir  que  en  Aragón  existían  diferentes  tipos  de  cahizadas,  que  contenían  un  mayor  o  menor  número  de  cuartales  según  lugares  y  términos.”

3     El edificio seguía todavía en pié en 1960, por lo que suponemos que debió ser derribado al construir el parque.

    4     En la década de los sesenta del S.XIX,  el descontento con el régimen monárquico de Isabel II era más que evidente, malestar que derivó en el estallido de la Revolución de 1868, llamada la Gloriosa o Revolución de Septiembre.



   6     Blasco Ijazo en el libro citado: Actas de las sesiones municipales plenarias de los días 11 de junio y 13 de agosto de 1959




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