¿Sabías que en Zaragoza...no son nuevas las ideas feministas ?
Hay en nuestra
ciudad una céntrica calle que lleva por nombre Josefa Amar y Borbón. Por
ella transitan a diario muchas personas, pero casi nadie de los que por allí
pasan sabe, o se pregunta, quién fue esa mujer y qué destacado papel jugó en la
sociedad zaragozana para ser merecedora de dar su nombre a una vía tan céntrica.
Y es que Josefa Amar y Borbón, como tanto
otros, es una víctima más del olvido, de la ignorancia de la propia historia y
sin embargo, Josefa, es digna de ser recordada por todos ellos como la gran
mujer ilustrada que ¡asómbrense todos¡
luchó por los derechos de la mujer allá
por el s. XVIII. Sí, no nos hemos equivocado, fue en ese siglo cuando
desarrolló su amplia labor como erudita escritora y pedagoga, llegando a ser
una de las figuras más importantes de la Ilustración1 en Aragón y una
gran feminista adelantada a su tiempo.
“No
contentos los hombres con haberse reservado, los empleos, las honras, las
utilidades, en una palabra, todo lo que pueden animar su aplicación y desvelo,
han despojado a las mugeres hasta de la complacencia que resulta de tener un
entendimiento ilustrado. Nacen, y se crían en la ignorancia absoluta: aquéllos
las desprecian por esta causa, ellas llegan a persuadirse que no son capaces de
otra cosa y como si tubieran el talento en las manos, no cultivan otras
habilidades que las que pueden desempeñar con estas.
…que si las
mugeres tubieran la misma educación que los hombres, harían tanto, o más que
éstos. ¡Pero qué diferente es una de otra! A las primeras no se les enseña
desde niñas sino a leer y a escribir, y a ciertas habilidades de manos. Se pone
mucho cuidado en adornarlas, con lo qual, llegan a adquirir un cierto hábito de
pensar siempre en la compostura exterior. De talento, si se les habla, como
cosa por demás, de suerte que no sería mucho, que fuesen perdiendo la idea de
ser capaces de otra cosa. Al contrario, a los niños, desde luego se les aplica,
y se les hace aprender, antes que sepan lo que es estudio ni ciencia; oyen
decir que hay Universidades, que hay Colegios y que hay empleos, para los que
cursan éstos y aquéllas.”
Son palabras que pertenecen al Discurso en defensa del talento de las mugeres, y de su aptitud para el gobierno, yotros cargos en que se emplean los hombres, que escribió en 1786 y lo envió para ser
leído en
junio de ese año ante la Real Sociedad
Económica Matritense de Amigos del País(2),
que debatía entonces si las mujeres debían ser admitidas o no en ella, al
considerar la mayoría de los socios que las mujeres eran ineptas para cualquier
labor de tipo intelectual y por eso no se les debía dejar formar parte de esa institución.
La polémica fue enorme y el discurso de Josefa tuvo grandes consecuencias, pues
al no ponerse de acuerdo los socios tuvo que intervenir el propio Carlos III
autorizando, mediante Real Orden de 27 de agosto de 1787, la creación de una
Junta de Damas, separada pero dependiente de la Sdad. Matritense. Se había
conseguido dar un paso muy importante en cuanto a la educación de las mujeres.
Pero, ¿quién fue
realmente Josefa Amar y Borbón? No narraremos aquí su amplia biografía, que puede ser consultada en la web (ver biografía) de la Real Academia
de la Historia , nos limitaremos simplemente a dar unas cuantas
pinceladas de lo que fue su vida y su labor como defensora de los derechos de
la mujer.
Nació Josefa en
Zaragoza el 4 de febrero de 1749, según consta en su partida de bautismo, en la
casa familiar de la plaza de san Miguel, en cuya iglesia fue bautizada. Era hija
de José Amar y Arguedas y de Ignacia de Borbón y Vallejo, ambos zaragozanos y
los dos procedentes de ilustres familias aragonesas de grande y larga tradición intelectual en las que destacaron sobre
todo los médicos. Tanto el padre de Josefa como su abuelo materno fueron
doctores en medicina, ambos ocuparon cátedras en la Universidad de Zaragoza, y
su abuelo ejerció, además, como cirujano en el Hospital Ntra. Sra. de Gracia. Su
apellido Borbón, de origen francés, puede llevar a confusión y a pensar que la
familia estaba relacionada con la casa real cuando no era así, pues ni siquiera
la familia pertenecía a la nobleza.
Cuando Josefa tenía
sólo cinco años, la familia se trasladó a Madrid al ser nombrado su padre médico
de la Real Cámara, es decir médico de Fernando VI (al igual que lo fuera su
abuelo materno) y años después de Carlos III.
Dos grandes
eruditos aragoneses fueron sus preceptores, Rafael Casalbón y Antonio Berdejo,
de los que recibió una excelente educación, insólita para una mujer de su
tiempo. Además de dominar el latín y el griego, aprendió francés, inglés,
italiano y portugués, desarrollando una importante labor como traductora.
Su afán de saber le
llevó a ser una lectora empedernida, leyó tanto a los clásicos como los autores
de su tiempo y cuando regresó a Zaragoza, a raíz de su matrimonio con el abogado
Joaquín Fuentes Piquer (3), era
la única mujer que acudía a leer asiduamente a la gran biblioteca del convento
de San Ildefonso(4), lo que le valió una gran fama de mujer
instruida.
En el campo de la
traducción su trabajo fue muy importante al pasar al castellano numerosas obras
de autores extranjeros, tanto clásicos como contemporáneos. Debido a una de estas
traducciones, obtuvo el reconocimiento de la Real Sociedad Económica Aragonesa
de Amigos del País que la nombró en 1782 socia de mérito, decisión
insólita al no pertenecer a la aristocracia y además ¡ser mujer¡
Fue una gran
defensora de los derechos de las mujeres en una época en que eran consideradas
como seres inferiores e indignas de ser educadas al igual que los hombres, por
eso, sus obras
siempre fueron dirigidas fundamentalmente a la educación de éstas,
pues Josefa, contradiciendo el pensamiento de la época, creía firmemente que
tenían (tenemos) la misma capacidad que los hombres, defendiendo que, al igual
que ellos, podían desempeñar actividades intelectuales, políticas y de gestión.
Por esta razón, estuvo en contra de la
educación proporcionada a las niñas en los conventos ya que ésta se limitaba a
la instrucción religiosa y a las labores manuales, fomentando la sumisión al
mundo masculino.
Entre sus
principales obras, además del ya citado Discurso
en defensa del talento de las mujeres..., merece especial mención el Discurso
sobre la educación física y moral de las mujeres, escrito en 1790, en el
que trata aspectos tales como igualdad, docilidad, conformismo y reformismo.
Como es fácil suponer, sus obras generaron gran controversia en su época.
En 1808, durante el
Primer Sitio de Zaragoza, Josefa, que vivía en la ciudad y que por sus
antecedentes familiares tenía conocimientos de medicina, colaboró en el cuidado
de los enfermos del Hospital de Ntra. Sra. de Gracia(5) y se distinguió especialmente, a riesgo de su vida, en
el traslado de los pacientes y heridos supervivientes tras el bombardeo e
incendio sufrido por esta antiquísima institución que causó su ruina total.
Muchos años
después, retirada desde hacía tiempo del mundo intelectual, murió Josefa el 21
de febrero de 1833, a los 84 años, edad muy avanzada para el momento, olvidada
por todos, los tiempos eran otros y las ideas también.
Quizás, después de
leer estas líneas, cuando pases por la céntrica calle que lleva su nombre, situada
sobre el solar del que fuera Hospital de Ntra. Sra. De Gracia y muy cerca de
donde ella vivió, le dediques un pequeño recuerdo a esta gran zaragozana,
representante de la Ilustración aragonesa, que tanto y tan fervientemente luchó por los
derechos de la mujer ¡Se lo merece!
Rosa M. Germán
1- Movimiento cultural e intelectual,
primordialmente europeo, nacido a mediados del siglo XVIII, que propugnaba
profundos cambios culturales y sociales mediante las luces del conocimiento y
la razón. Los pensadores de la Ilustración sostenían que el conocimiento humano
podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un
mundo mejor.
2- Las sociedades económicas de amigos del país nacieron
en España en la segunda mitad del siglo XVIII, durante el reinado de Carlos
III, su finalidad era difundir las nuevas ideas y conocimientos científicos y
técnicos de la Ilustración.
3- Su esposo, Joaquín Fuentes Piquer, era sobrino
del gran médico y filósofo Andrés
Piquer, cuya estatua es una de las
cuatro que presiden la entrada del actual Paraninfo de Zaragoza.
4- Este convento fue parcialmente destruido
durante los Sitios perdiéndose su biblioteca. Se conserva su iglesia, situada en la avda. de César Augusto,
actualmente con el nombre de iglesia de Santiago.
5- Fue fundado
en 1425 y perduró hasta 1808, quedando destruido durante la Guerra de la
Independencia, en el Primer Sitio de Zaragoza. Los más de 4 000 heridos y
enfermos se trasladaron a la Real Casa de Miser
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