¿Sabías que … en el Huerva se encontró un tiburón?
En la sala Longinos Navás del Museo de Ciencias Naturales de la
Universidad de Zaragoza, situado en el edificio del Paraninfo, sumergido en alcohol
en un frasco de cristal, podemos hoy contemplar al pequeño pez que fue
capturado en el Huerva en la década de los veinte del pasado siglo. Junto a él,
un cartel explicativo narra la historia del hallazgo.

Los hermanos Gargallo, Marcelino, Félix y Antoñico, de entre doce y
nueve años, vivían en la calle Miguel Servet muy cerca de ese río. El domingo
21 de octubre de 1923 estaban jugando en su orilla cuando vieron que,
arrastrado por el agua, bajaba un pez no muy grande de aspecto poco común. El
más pequeño se lanzó hacia él y lo agarró por la cola y como hacía movimientos
bruscos lo lanzó a la tierra sobre la que dio sus últimos coletazos.
Como les pareció muy extraño lo llevaron a casa para mostrarlo a sus
padres, éstos sorprendidos, no supieron decirles de qué pez se trataba, por lo
que el padre, que era un empleado del Centro Mercantil Industrial y Agrícola
(Casino Mercantil) decidió llevarlo allí para mostrarlo a D. Marcelino Ariza,
pescador aficionado y buen conocedor de los peces de agua dulce.
Pero tampoco él supo de qué se trataba y a su vez se lo mostró a
algunos compañeros y al presidente de la Sociedad de Pescadores.
Todos mostraron su asombro, nadie sabía clasificarlo, y así, de mano en
mano, fue pasando el pez, hasta que alguien pensó en mostrárselo al profesor de
Ciencias Naturales del colegio de El Salvador, el jesuita Longinos Navás Ferrer,
gran naturalista, botánico y entomólogo.
El padre Longinos examinó sus características y, sin dudarlo, dictaminó
que se trataba de un pez marino, era ¡Un
tiburón!
Arguyó que, procedente del Mediterráneo, habría subido por el Ebro
pasando después al Huerva…
Realizó un detallado estudio del animal y, por lo raro del caso, lo
comunicó a la Sociedad Ibérica de Ciencias Naturales para que la noticia fuera
divulgada en su boletín y el tiburón quedó en el gabinete de Ciencias Naturales
del colegio, sumergido en alcohol para su conservación.
El pequeño pez cartilaginoso medía 25 cm, la boca era de forma
semicircular y estaba situada en la parte inferior; mostraba cinco pares de
branquias, dos aletas dorsales y una final en la cola, que no estaba dividida.
Se trataba de un Scyliorhinus canicula (Linnaeus,
1758), que habita los fondos arenosos tanto del Mediterráneo como del Atlántico.
Este pequeño escualo tiene la piel gris-rojiza moteada de negro y puede
alcanzar hasta 1 m de longitud. Se le conoce popularmente como Pintarroja.
Pero… ¿Cómo llegó al Huerva? Es un misterio.
Alguien apuntó que pudo llegar a la ciudad entre el pescado destinado a
las pescaderías siendo arrojado al río con los despojos que no servían para la
venta. Bien pudo ser así, pero en ese caso, al animal lo cogerían los niños ya
muerto.
Sin embargo, según el relato del hecho, el pez estaba vivo, si fue así quedaría
anulada esta posibilidad.
¿Qué pasó en realidad, cómo llegó al río? Nunca lo sabremos, pero eso
sí, hoy por hoy podemos contemplar en el museo al famoso Tiburón del Huerva.
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