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El Pilar mudéjar

 ¿Sabías que... antes del actual templo de El Pilar hubo otro templo de estilo gótico-mudéjar?

iglesia de San Pedro-Teruel. Se supone que el Pilar gótico-mudéjar tendría unas torrecillas parecidas, tal como se puede apreciar en la “Vista de Zaragoza” de Anton Van den Wyngaerde (1563).

  Durante siglos el templo del Pilar fue   de estilo gótico-mudéjar (1435– 1718)

Iglesia de San Pedro-Teruel. Se supone que el  Pilar     gótico-mudéjartendría unas torrecillas parecidas, tal como   se puede apreciar en la “Vista de Zaragoza” de Anton Van   den Wyngaerde (1563).

La imagen actual del tem.plo de El Pilar está   tan arraigada en la mente de todos los       zaragozanos que no somos capaces de pensar que anteriormente a este hubo otros templos. Sin embargo, entre los siglos XII y XV existió una iglesia románica, pequeña y oscura, que no albergaba en su interior a la “Santa Capilla”, pues la “Santa Columna” estaba situada fuera de la ciudad y había que atravesar la muralla romana por un postigo para visitarla. 


Una vez derribada esta iglesia (s. XV) se construyó otra más grande y más acorde con los gustos del momento: el Pilar gótico-mudéjar. Allí rezaron, además de los fieles, reyes y reinas. Hoy día se conservan en la actual basílica algunos recuerdos de aquellas épocas: un tímpano románico en la fachada sur, el retablo mayor y la sillería del coro, además de la imagen de la Virgen; joyas que han quedado como testimonio de su pasado.

Si teníamos una iglesia románica ¿por qué se derribó para construir un templo gótico-mudéjar

La respuesta a esta pregunta es bastante fácil de responder: los tiempos cambian y las necesidades también. Dicen los que vieron la “Santa Capilla” y su iglesia en aquella época, que debido a las crecidas del Ebro (1261) y al paso del tiempo, se encontraba muy deteriorada ya principios del siglo XV. Por otra parte, la fama de la Virgen del Pilar había crecido mucho y acudían a Zaragoza multitud de peregrinos a los que había que atender, peregrinos que, en muchas ocasiones eran reyes o miembros de la familia real.

Por ejemplo, se sabe que en 1433 la reina Blanca de Navarra, esposa de Juan II de Aragón, estando en su palacio de Olite sufrió una enfermedad que la tuvo a las puertas de la muerte. Cuando se recuperó contó que la Virgen del Pilar se le había aparecido y le había indicado que se “arrimara” a su columna porque allí encontraría su curación total. La reina realizó ese mismo año una peregrinación a Zaragoza, rodeada de su familia y su séquito. En la ciudad dedicó dos meses a la oración y la penitencia y además fundó la “Orden de Nuestra Señora del Pilar, de caballeros y damas”, cuyo emblema era “A ti me arrimo”. (1)

Aunque no se sabe con exactitud cuándo se construyó el templo mudéjar por la multitud de reparaciones que exigía el edificio, se sabe que a partir de 1435, después de un gran incendio que afectó al templo y al claustro, se llevó a cabo la reconstrucción con un nuevo estilo: el gótico-mudéjar.

Los gustos en arquitectura habían cambiado ya desde hacía un tiempo, pero aquí en Aragón, debido a la escasez de piedra y a la presencia de maestros musulmanes, se optó por un tipo de construcción a base de ladrillo, yeso, madera y cerámica mucho más rápida y económica.

La obra pudo realizarse gracias a las donaciones de muchos fieles como la misma Blanca de Navarra o la familia de los Torrero, propietarios de extensas fincas en los montes que llevan su nombre, o de gentes humildes que aportaban lo que podían.

 El templo

Además del testimonio de viajeros y de personas que lo vieron y lo citaron en sus obras, el documento más relevante para conocer la planta del edificio y su disposición interior es el acta notarial levantada en 1668 con motivo de la inminente demolición del templo para construir el actual. Este acta notarial no se hizo para dejar constancia de cómo era el edificio, sino que más bien es una especie de inventario de lo que contenía para que no se pudiera perder nada, con lo cual no se aprecian grandes detalles.

Para hacernos una idea de cómo era el exterior del templo contamos con dos  dibujos realizados  desde la margen izquierda del Ebro:

-La “Vista de Zaragoza”  de Anton Van den Wyngaerde, pintor de cámara de Felipe II. Este dibujo lo realizó mientras acompañaba al monarca en un viaje por la Corona de Aragón (1563).


Fragmento de la “Vista de Zaragoza”  de Anton Van den Wyngaerde.

En el círculo rojo se aprecia el dibujo del templo mudéjar del Pilar.

Anton Van den Wyngaerde fue un dibujante flamenco que vivió en el siglo XVI. Felipe II  le encargó una serie de dibujos de las ciudades principales de España que realizó a lo largo de la década de los sesenta de ese siglo. Dibujó 62 vistas muy  detalladas entre las que se encuentra la de Zaragoza (1563).

La ciudad de Zaragoza está vista en su conjunto desde la margen izquierda del Ebro. Se puede apreciar la muralla en alguno de sus tramos, el caserío de la ciudad y las numerosas torres de iglesias y conventos que existían en ese momento. Lógicamente no es un dibujo preciso, pero se puede apreciar que el Pilar tenía la cabecera orientada al este, rematada por torrecillas y hacia el oeste una ancha torre campanario. El santuario no se aprecia, ya que hay casas delante.


-La “Vista de Zaragoza” de Juan Bautista Martínez del Mazo, yerno de Diego Velázquez, que llegó a Zaragoza junto con su suegro formando parte de la comitiva de Felipe IV (1646).


Fragmento de la obra de J.B. Martínez del Mazo

“Vista de Zaragoza” (1646-1647)

Analizando los dibujos anteriores, se puede deducir que era un templo mucho más pequeño que el actual, de planta rectangular con un ábside rematado con cuatro torrecillas y una torre cuadrada a los pies. En los dibujos de la planta se observa  que tenía una sola nave con capillas laterales entre los contrafuertes. El acceso estaba situado  en  la plaza del Pilar, aunque su orientación era algo distinta, ya que estaba pegado “al antiguo muro de la ciudad”, seguramente la muralla romana.


Nos dice Lasagabaster (2) que en la puerta principal estaría insertado el tímpano románico (hoy día en la fachada sur del actual templo) precedida por un pórtico. Era necesario para acceder al templo bajar unos escalones pues la plaza del Pilar, antes de sus remodelaciones, estaba algo más elevada que en la actualidad debido a que se situaba en una de las terrazas del Ebro.

Tímpano románico

A los pies de la nave, en la base de la torre cuadrada, se hallaba el coro con su maravillosa sillería (hoy en el actual templo del Pilar), realizada entre 1542 y 1546 por los escultores Juan de Moreto, Nicolás Lobato y Esteban de Obray y talllada en roble de Flandes.

Fragmento de la sillería del coro.

La decoración del interior de la iglesia es desconocido, pero se supone que estaría pintado como en otras iglesias aragonesas.


Sin duda alguna, la parte más importante era el presbiterio.

Estaba levantado por dos gradas y separado de la nave por una barandilla. En el testero se erguía el retablo mayor de 12m. de anchura por 17m. de altura (hoy situado en el Pilar actual).

En un principio este retablo había sido encargado a Miguel Gilbert, pero al sorprenderle la muerte sin concluirlo le fue encargado a Damián Forment, escultor valenciano, que colocó la primera piedra en 1511. El escultor, con la colaboración de otros artistas, lo realizó en alabastro y utilizó la policromía para resaltarlo. Se terminó en 1518.

En el cuerpo del retablo hay tres escenas separadas por contrafuertes. La central, más alta que el resto, representa la “Asunción de María” rodeada de los apóstoles. Destaca la figura de Santiago que lleva entre sus manos el báculo de peregrino.

En la parte superior la escena representa al Padre con el Espíritu Santo en actitud de recibir a la Virgen. En la parte central del retablo podemos ver el sagrario en forma de óculo, característica de los retablos aragoneses, que al colocarlo en alto y cerrado se evita su profanación. Se accedía a él a través de unas puertas situadas detrás de las esculturas de la base.

Delante del retablo se sitúa el altar mayor y debajo de él el sepulcro de San Braulio (h. 585-651), obispo de Zaragoza, que contiene sus reliquias.  Esta sepultura fue encontrada por el obispo Pedro de Librana por mediación milagrosa de S. Valero a través de un sueño. Así supo que los restos de S. Braulio estaban enterrados en la entrada de la iglesia de Santa María la Mayor al poco tiempo de ser conquistada la ciudad por Alfonso I el Batallador. Desde entonces se han instalado siempre bajo el altar mayor a pesar de las sucesivas remodelaciones del templo. Este sepulcro se puede ver el día 26 de marzo (festividad de s. Braulio)  en el templo del Pilar y la arqueta del  s. XII, donde aparecieron sus restos, se puede visitar en el Museo Alma Mater, situado en la plaza de La Seo.

Una curiosidad en el retablo mayor es la que nos resalta la catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza Carmen Morte en las páginas de “El Pilar desconocido(3): el escultor no sólo se ha detenido a interpretar las escenas religiosas, sino que las representa con detalles  de la vida cotidiana. Así podemos encontrar un gato que destapa una olla colocada al fuego, útiles de cocina, herramientas para trabajar la madera, golondrinas anidando, instrumentos musicales, etc, etc.

Por último, también los retratos de Damian Forment y de su esposa aparecen en sendos medallones situados a los lados del panel principal.

 La Santa Capilla: un templo dentro de otro.

La “Santa Capilla” no estuvo situada en el interior del templo hasta la construcción de la basílica actual.

Se encontraba en el centro de un claustro construido a su alrededor, al cual se accedía por una puerta situada en una de las capillas de la iglesia. Los que la vieron dejaron escrito que era un espacio muy singular, pues se encontraba semienterrado, sin luz natural, algo parecido a una cripta. Era necesario descender unos escalones para llegar hasta ella.

Lasagabaster, a través de las fuentes, describe la “Santa Capilla” como un rectángulo de 14m. de largo por 8m. de ancho. En el centro de la cual se encontraba el edículo primero con la columna y la Virgen, separada por una verja, que constituía el recinto supuestamente edificado por Santiago de 16 pies de largo por 8 de ancho.

En la pared norte del santuario se había colocado un retablo de alabastro, bajo él se hallaba el altar. A este pequeño edículo sólo podían entrar los sacerdotes y alguna persona importante, las mujeres, cualquiera que fuera su condición, tenían prohibida la entrada.

La imagen de la Virgen se encontraba encima de la columna, bajo un dosel de plata. Frente a ella se situaba la sacristía donde se guardaban los mantos, joyas, coronas, etc.

Este recinto tenía todo lo necesario en una iglesia: altar, sacristía, coro, sillería, órgano, retablo, sargas pintadas…, la iluminación la efectuaban infinidad de lamparillas ofrecidas por los fieles. Estas lamparillas ahumaban tanto la bóveda como las paredes por lo que estaban teñidas de un color oscuro que le confería mayor tenebrosidad.

La columna de veneraba por la parte de atrás, como en la actualidad, pero un poco más abajo que ahora, ya que debido al desgaste se decidió protegerlo y abrir otro hueco un poco más arriba.

La reja que separaba el edículo de la Virgen (donde originalmente estaba la pared construida por Santiago y que habían sustituido por una reja para darle visibilidad) servía a los fieles para colgar sus exvotos. De esta manera allí se ofrecían piernas, grilletes, cadenas, etc. para rogar a la Virgen o para agradecer su intervención.



Exvotos expuestos en  Castelo de Sobroso (2011), ejemplo de lo que habría en el santuario.










La imagen de la Virgen

Se trata de una escultura realizada en una sola pieza de madera. Lleva vestido de cuello alto abotonado, de talle típico del s. XV y un ancho cinturón con hebilla. El manto, sujeto por la corona, le cae hasta el suelo. El niño lleva en la mano izquierda un pajarillo, que parece una paloma, con las alas abiertas y con la mano derecha sujeta el manto de la Virgen.  

Es una escultura gótica de la primera mitad del s. XV., atribuida por Carmen Lacarra a Juan de la Huerta, de Daroca.

 La Columna

Es el fuste de una columna de forma cilíndrica, lisa, de jaspe rojizo. Mide 1,77 de altura y 0,24 de diámetro. Se cubrió para protegerlo con un forro de bronce, al que posteriormente se le añadió otro de plata con adornos (Lasagabaster: La joya de Zaragoza).

                                                      María José Germán

(1)      Lasagabaster, D.: La joya de Zaragoza p.24

(2) D. Lasagabaster Arratiel: La joya de Zaragoza: el Pilar de Santa María. Zaragoza, 1988

(3) “El Pilar Desconido”, p. 90

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

Heraldo de Aragón (2006): El Pilar Desconocido.

Dirigido por G. Fatás Cabeza.

Buesa, D. y Lozano, J.C. (1995): El Pilar es la Columna. Historia de una devoción.

Ayuntamiento de Zaragoza Área de Servicios Públicos

Lasagabaster Arratiel, D. (1988): La Joya de Zaragoza: El Pilar de Santa María.

C.A.I.

Beltrán Martínez, A. (1976): Historia de Zaragoza, T.I

Auntamiento de Zaragoza

Arce, J. (1979): “Caesaraugusta, ciudad romana”

Ed. Guara

Corral, J.L. (1989): La cultura islámica en Aragón.

Dip. De Zaragoza

Ansón Navarro, A. (1998): La Santa Capilla del Pilar

C.A.I.

Hycka Espinosa, Olga (2018): Santa María la Mayor y del Pilar de Zaragoza: Evolución histórica del templo colegial

Institución Fernando el Católico

Andrés Valero, S. (1998): Historia de Zaragoza. Zaragoza cristiana (1118-1336).

Editorial: Ayuntamiento de Zaragoza coedición con CAI Vol. VI

Falcón Pérez, Mª Isabel (1998): Historia de Zaragoza. Zaragoza en la Baja Edad Media (S. XIV-XV).

Editorial: Ayuntamiento de Zaragoza coedición con CAI Vol. VII

Falcón Pérez, I. (1981): Zaragoza en el siglo XV. Morfología urbana, huertas y término municipal

Ayuntamiento de Zaragoza

Lacarra, M.C. (1982): “La devoción a Santa María del Pilar de Zaragoza durante la Edad Media”

En el Pilar es la columna

                                                                                                                                                                                                                             

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