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Los barrios o parroquias de la antigua Zaragoza

¿Sabías que... las parroquiasque en principio sólo tenían finalidad religiosa, surgieron como unidades políticas y económicas?


Los barrios o parroquias de la antigua Zaragoza tuvieron un destacado papel como distritos reguladores con doble función,  espiritual y material.
Tras la conquista de Sarakusta a los musulmanes por Alfonso I El Batallador, el 18 de diciembre de 1118, nuestra ciudad fue adquiriendo importancia hasta terminar siendo la cabecera del reino de Aragón (1205), es decir, su capital y por tanto la sede de la coronación de los reyes aragoneses.



Ya en el primer momento, Alfonso I concedió a la ciudad unos fueros, el Fuero de Zaragoza (1119), conjunto de normas jurídicas, derechos y privilegios por las que a partir de ese momento se regiría la ciudad, cuya finalidad era atraer repobladores cristianos a ésta y al valle del Ebro. 
Unos años después (1126), este mismo rey otorgó  a la ciudad el llamado Privilegio de los Veinte1, que quedó incluido en el Fuero de Zaragoza. Todo esto constituyó el germen de la organización municipal, es decir del concejo2.
La administración municipal se fue estableciendo mediante Ordenanzas dictadas por los reyes y la gestión de la ciudad se realizaba mediante órganos formados por representantes del rey y de los ciudadanos.
Es en ese momento cuando las parroquias, que en principio sólo tenían finalidad religiosa, surgieron como unidades políticas y económicas al reunirse sus vecinos en las respectivas  iglesias para solucionar los asuntos que les eran comunes.


Vista de Zaragoza (1563) Anton van den Wyngaerde
La administración municipal se fue estableciendo mediante Ordenanzas dictadas por los reyes y la gestión de la ciudad se realizaba mediante órganos formados por representantes del rey y de los ciudadanos.
Es en ese momento cuando las parroquias, que en principio sólo tenían finalidad religiosa, surgieron como unidades políticas y económicas al reunirse sus vecinos en las respectivas  iglesias para solucionar los asuntos que les eran comunes.
Comenzaron así a jugar un papel destacado como distritos reguladores con doble función, espiritual y material, consiguiendo representación propia en el concejo al elegir cada parroquia a sus representantes. De esta forma las parroquias de la ciudad rebasaron sus funciones puramente religiosas pasando a ser entendidas como demarcaciones municipales, como barrios con un activo papel ciudadano, es decir, los barrios se organizaron a partir de las parroquias aunque siguieron llamándose parroquias a lo largo de los siglos.

Cada parroquia o barrio contribuía, mediante prorrateo, a los gastos de la ciudad e incluso en caso de guerra colaboraban en el sistema defensivo de la ciudad (Guerra de los Pedros, 1356-1369). Nominaban a sus representantes, entre los cuales se elegían los jurados3 que formaban parte del concejo y ocupaban diversos cargos municipales. Este concejo, presidido por el zalmedina4, elaboraba las leyes destinadas al gobierno de la ciudad. Los cargos se renovaban cada cuatro años y fueron evolucionando con el tiempo.

En el siglo XV Zaragoza estaba dividida en quince parroquias5 o barrios, que a su vez estaban  dividas en dos grupos según el número de vecinos que a ellas pertenecían: parroquias mayores y parroquias menores.
Parroquias mayores fueron: Santa María la Mayor (El Pilar), San Salvador (La Seo), San Pablo, San Felipe, San Gil, Santa Cruz, San Jaime (Santiago), San Juan del Puente y La Magdalena.
Se consideraron parroquias menores a: San Lorenzo, San Nicolás, San Pedro, San Andrés, San Juan el Viejo y San Miguel de los Navarros.
De todas ellas la de San Pablo y la de San Miguel eran las únicas que se encontraban fuera de los límites del muro romano de piedra, aunque estaban comprendidas, eso sí, dentro del muro de rejola.

Con la llegada al trono de los Trastámara (1412), se introdujo el  sistema insaculatorio6 que hizo que las parroquias perdieron una buena parte de sus atribuciones y aunque siguieron teniendo representantes en el concejo ya no tenían el importante peso político anterior, no obstante, a comienzos de la Edad Moderna todavía jugaban un papel, aunque mermado, en el gobierno del municipio.

Desde el punto de vista social las parroquias vertebraban toda la vida cotidiana de sus vecinos. Además de la función político-económica que ya hemos comentado, en sus respectivas iglesias se celebraban los bautismos, bodas y funerales de sus parroquianos, los toques de sus campanas anunciaban horas y los acontecimientos más relevantes; celebraban sus propias fiestas y actos procesionales y sus vecinos eran enterrados en el fosal que cada iglesia tenía en torno a ella.
Es prácticamente imposible establecer hoy los límites de cada una de las parroquias a lo largo de los siglos, pues a veces calles que por proximidad deberían pertenecer a una determinada parroquia pertenecían a otra que les quedaba más alejada, los cambios urbanísticos derivados del paso de los tiempos podrían explicarían estas situaciones.

Desde el punto de vista de su actividad municipal, las parroquias se mantuvieron más o menos igual hasta el comienzo del s. XVIII, que marcó un “antes” y un “después” en su dilatada historia.
A finales de 1700, la muerte sin descendencia de Carlos II, el último de los Austrias, provocó la Guerra de Sucesión7 (1700-1715) con la consiguiente subida al trono de los Borbones.
Esto trajo como consecuencia cambios drásticos e irreversibles tanto político-administrativos (Decretos de Nueva Planta) como económicos. Los municipios importantes pasaron a ser regidos por un corregidor (funcionario real) que además de presidir los ayuntamientos administraba justicia, y las parroquias perdieron definitivamente el papel político que antaño tuvieron de representación vecinal en el gobierno de la ciudad, pasando a ser meros barrios, aunque se les seguía denominando con el nombre tradicional de parroquias.

Con el paso del tiempo las quince parroquias de siglos anteriores se convirtieron en dieciséis en el siglo XVIII al haberse añadido dos más, Altabás y San Juan el Viejo y desaparecer como parroquia San Juan del Puente.
En la primera mitad del siglo XVIII8 los barrios (parroquias) de Zaragoza, ordenados de mayor a menor en cuanto al número de sus habitantes, eran los siguientes:

San Pablo, El Pilar, La Magdalena, San Miguel, San Gil, San Felipe, La Seo, Altabás (a extramuros), San Lorenzo, Santa Cruz, San Nicolás, Santa Engracia, Santiago, San Andrés, San Pedro y San Juan el Viejo.

En este siglo la parroquia o barrio de San Pablo era la más populosa, contaba en 1723 con unos once mil habitantes y al finalizar el siglo su población superaba con creces los catorce mil, casi cuadruplicaba la población de la siguiente parroquia en el rango poblacional, El Pilar.
Ocupaba San Pablo, más o menos, la tercera parte del área urbana de la ciudad; sus límites de norte a sur iban desde la ribera del Ebro hasta la puerta del Carmen y por el este desde la puerta de Toledo hasta las puertas de Sancho y el Portillo en el oeste.
Tenía un marcado carácter comercial muy ligado al Mercado. Estaba dividido en dos grandes sectores muy diferenciados, el del norte, desde el Ebro hasta la calle del Portillo (más o menos actual calle de Conde Aranda) en el que vivían comerciantes, ganaderos, artesanos, labradores ricos… y el sector sur en el que abundaban los conventos y los espacios agrícolas.
Por otra parte, las parroquias o barrios con menos parroquianos eran San Pedro y San Juan el Viejo, sin duda porque al estar en pleno centro urbano en el que había muchas parroquias la población se encontraba muy repartida entre ellas.

Aunque las parroquias perdieron totalmente su papel político siguieron siendo el eje organizativo de la vida social y religiosa de la ciudad y a pesar de las malas circunstancia económicas en el s. XVIII se realizaron importantes obras de modificación en algunas iglesias parroquiales siendo otras construidas de nueva planta: la antigua iglesia mudéjar de Santa María la Mayor fue sustituida por el  actual templo de El Pilar, la de Santa Cruz (1768) fue también edificada de nuevo, a la iglesia de San Gil le fue cambiada su orientación abriéndose su puerta principal en lo que antes era su cabecera para darle el acceso por la calle de San Gil y reparadas sus paredes exteriores y su torre (1719-1728), lo mismo le ocurrió a la iglesia de la Magdalena (1727), que también cambió su orientación debido a la instalación del nuevo órgano.
A comienzos del s. XIX, con la Guerra de la Independencia (Sitios de Zaragoza, 1808-1809) la ciudad sufrió grandes destrozos, pero siguió manteniéndose en los límites de lo que fue la ciudad medieval y los barrios siguieron denominándose como parroquias.
Popularmente se les llamó así a lo largo de todo ese siglo, y para saber en qué sector de la población vivía un ciudadano se le preguntaba de qué parroquia era.
En 1901, todavía Ximénez de Embún9, cronista de la ciudad, denomina “Parroquia de San Pablo” al barrio de ese nombre, también conocida como “Parroquia del Gancho”, pero esa es una historia para otra ocasión.


                                                                                                                                    Rosa María Germán

1.- Privilegio de los Veinte: Asamblea formada por 20 hombres elegidos por los ciudadanos con el fin de proteger sus derechos. 
Vease:http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=10429&voz_id_origen=13412
2.-  Concejo: Del latín concilium, reunión o asamblea. Asamblea ciudadana para el gobierno de la ciudad
3.- Jurado: Su nombre deriva del juramento que debían hacer antes de ejercer su cargo. Eran más o menos equivalentes a los concejales, cuyo nombre deriva de concejo.
4.-  Zalmedina: La palabra deriva del árabe (sahib al-madina), el jefe de la ciudad. Presidía el concejo y equivalía al alcalde. El cargo desapareció en 1707, con la  derogación de los Fueros de Aragón por Felipe V de Borbón. Equivalía más o menos a alcalde.
5.-  Ledesma M.L. y Falcón, M.I.  (1982) Zaragoza en la Baja Edad Media. Librería General. Pág. 86 y ss.
6.- Insaculación: (lat. in y sacculum, saquito) Proceso para la elección de cargos anuales elegidos mediante la extracción al azar de bolas en las que figuraban los nombres de los aspirantes. decreto de Nueva planta (1716) se abolió el régimen de insaculación.
7.- Se puede consultar en Internet:
8.- Blasco, R. (1977) Zaragoza en el siglo XVIII. Librería General. Pág 29
9.-  Ximénez de Embún y Val, T. (1901) Descripción histórica de la antigua Zaragoza. Librería de C. Gasca Zaragoza

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