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La calle Cuatro de Agosto en Zaragoza


¿Sabías que... el 4 de agosto de 1808 ocurrió un terrible ataque de las tropas francesas?


Los acontecimientos ocurridos tal día como hoy, 4 de agosto, marcaron un punto de inflexión en el primer Sitio de Zaragoza.
Nuestra ciudad que contaba entonces con algo menos de 40.000 habitantes, estaba rodeada por las débiles y deterioradas defensas del muro medieval de rejola, pero seguía resistiendo al asedio impuesto por las tropas napoleónicas.




Después de mes y medio de ataques y cañonazos constantes y de sufrir los numerosos fuegos provocados por las bombas, el número de muertos y heridos era ya muy elevado y el hambre y las epidemias se cernían sobre los zaragozanos.

También habían sido numerosas las bajas en las tropas francesas y el general Verdier necesitaba urgentemente refuerzos para repetir, con más intensidad si cabe, los ataques a la ciudad que tan fieramente defendían sus habitantes.
Cuando por fin llegaron los refuerzos, los franceses se prepararon para lo que creyeron sería el ataque final:
Así lo recoge, desde el lado francés, el general Lejeune1:

“El primer día de agosto, la brillante brigada del general Bazancourt, llegó al campo escoltando las provisiones y piezas de artillería que se esperaban… Con la ayuda de estos refuerzos, el general Verdier pudo hacer el acordonamiento total de la ciudad… El día 3 de agosto, todas las baterías estaban ya montadas, pero el general Verdier, antes de hacer uso de ellas, quiso por vez última intentar la paz.”

Según sigue narrando, Verdier envió a Palafox un parlamentario con un escrito en el que únicamente ponía una palabra, “Capitulación”, a lo que el brigadier Antonio Torres, encargado del mando por la ausencia de Palafox, respondió escribiendo debajo estas palabras “Guerra a cuchillo” y seguidamente mandó colocar una bandera roja sobre la Torre Nueva en señal de guerra.
Tras ser rechazada la rendición, Verdier se dispuso a tomar la ciudad antes de que ésta recibiera refuerzos:
Sigue diciendo Lejeune:

“Entonces, a una señal dada, 432 bocas de fuego tronaron simultáneamente, esparciendo el terror en toda la ciudad.”
Así comenzó un intenso bombardeo en la madrugada del día 3 causando gravísimos daños en la zona sur, especialmente en el convento de San Francisco y sobre todo en el Hospital de Ntra. Sra. De Gracia, en el cual se albergaban más de dos mil personas entre enfermos y heridos. El fuego derivado de los ataques arruinó también las casas contiguas.

Al amanecer del día siguiente, 4 de agosto, el ataque francés todavía fue mayor, especialmente en la zona de la Puerta de Sta. Engracia.

Casamayor3 escribió en su diario:

“…antes de las seis de la mañana habían inutilizado mucha parte de las casas y conventos especialmente los inmediatos á la parte de donde venían los fuegos, como fue el de Jerusalén… El de Santa Catalina quedó también casi arruinado… en el resto de la Ciudad hubo mucho destrozo, estando todas las calles llenas de ruinas.”  

Y es que para conseguir tomar Zaragoza, los franceses habían forjado un plan de ataque4. Consistía en lanzar una gran ofensiva atacando especialmente la zona del monasterio de Sta. Engracia para abrir una vía de entrada a la ciudad y llegar hasta la principal calle del Coso. Una vez allí las tropas tenían que dividirse en tres columnas: una se dirigiría hacia el este y siguiendo el Coso Bajo debía llegar hasta la Magdalena y tomar la Puerta del Sol para permitir la entrada de la caballería francesa.
Otra columna tenía que dirigirse al oeste y, uniéndose a los que avanzarían por el Carmen, llegar hasta la zona del mercado para conseguir abrir la puerta de San Ildefonso. La tercera, desde el Coso, debía entrar por la calle San Gil, atravesando por medio la ciudad, y dirigiéndose directamente a la puerta del Ángel para llegar al puente de Piedra. Cada una de estas columnas estaría apoyada por la infantería y por la artillería.
Con este plan de ataque los franceses intentaban cortar la retirada de los ciudadanos por el norte, mientras que fuera de la ciudad, en el sur, el ejército se encontraba dispuesto a avanzar cuando fuese necesario.
Parecía un plan perfecto, sin embargo los hechos no se desarrollaron según el plan previsto, la feroz resistencia ofrecida por los zaragozanos fue tan fuerte que consiguieron desbaratarlo:

Relata Casamayor:

“…antes de las doce…entraron muchísimos los que se encaminaron a los callizos de Sta. Catalina  y franqueando las puertas del fosal del Hospital general se introdujeron en él haciendo mil estragos y matando a cuantos encontraban, por donde salieron al Coso, cuya diligencia fue acometer la Tesorería General robando todo el dinero… se encaminaron a las casas…de otros vecinos, robándoles cuanto pudieron. Se apoderaron de la casa del conde de Fuentes, donde se hicieron fuertes…”

Mientras, los atacantes de la zona suroeste, después de siete horas de fuego, se apoderaron de la Torre del Pino y consiguieron entrar por esa parte en la ciudad dirigiéndose a la plaza del Carmen, causando muchas bajas en el recorrido. A la par, las tropas francesas bajaban desde Torrero y la caballería tomaba posiciones, amenazando con entrar en la ciudad “a sangre y fuego”. El terror se apoderó de los habitantes y algunos intentaron abandonarla llegando al Ebro, donde fueron frenados por un militar español que les amenazó con un cañón haciéndoles desistir de la huida.

Según recoge Casamayor:

“… saliéndose por la puerta del Ángel al Arrabal, mujeres, clérigos y muchísimos otros vecinos…”
Las bombas y cañonazos se intensificaron y la lucha cuerpo a cuerpo se generalizó en toda la ciudad, los franceses fueron rechazados en la Magdalena y no pudieron llegar al río y los combates al oeste de la ciudad, casa por casa, contuvieron el avance del enemigo.  
La columna que según el plan trazado debía llegar hasta el puente de Piedra, atravesando la calle San Gil, de equivocó de calle y se introdujo por la de la Puerta Cinejia, encontrándose de repente en un dédalo de estrechísimas callejuelas en las que muchos de los que entraron fueron atacados y muertos desde cada puerta y cada ventana. También fue grande la resistencia en la puerta del Portillo, donde hubo muchas bajas francesas.
Sigue Casamayor:
“La ferocidad de esta gente contra nuestra ciudad y vecindario en esta acción, fue de las más sangrientas e ináuditas… pues además del robo hicieron muchísimas muerte que más parecían Nerones que franceses…”

Y señala Alcaide Ibieca:

“Llegó por fin la noche á dar treguas a tamañas catástrofes. Desesperado el enemigo de semejante oposición, al considerar tanto estrago y carnicería, trató de guarecerse en el hospital y san Francisco, formando línea desde este convento al de san Diego, y de allí al de santa Rosa…”

A pesar de todos los intentos, el ejército francés no consiguió tomar la ciudad, la situación era muy grave, pero no irremediable, todavía cabía alguna esperanza para Zaragoza, que tras los intensos bombardeos había sufrido daños irreparables entre su población y su caserío. También fue muy alto el precio pagado por los atacantes, que contaron a cientos sus víctimas. 

Escribió Casamayor en su diario el relato de lo acontecido el 4 de agosto:

“Este día es el que será memorable  para la ínclita Zaragoza en todas las posteridades”

Y no se equivocó y para perpetuar estos hechos en la memoria de sus habitantes, desde 1860 una de las principales calles de “El Tubo” zaragozano lleva el nombre de 4 de agosto en recuerdo de los terribles y valerosos acontecimientos sucedidos allí ese día.
Recordamos nosotros también a quienes heroicamente defendieron su ciudad.


Rosa M. Germán


1        Louis-François Lejeune (1775-1848) participó en los Sitios de Zaragoza. Además de general fue pintor y litógrafo, en 1840 escribió Los Sitios de Zaragoza obra en la que rindió homenaje a la resistencia de los zaragozanos.
2        Agustín Alcaide Ibieca (Zaragoza, 1778 - idem, 23 de marzo de 1846)  fue jurista y combatió en ambos Sitios. En 1831  escribió Historia de los dos Sitios en la que señala que fueron 66 las bocas de fuego.
3        Faustino Casamayor fue durante muchos alguacil de corte en la Real Audiencia. Durante los Sitios (1808-1809) escribió día a día los acontecimientos ocurridos en lo que se conoce como Diario de Casamayor.
4        Lo recoge en su libro el general Lejeune




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