¿Sabías que... hace 160 años había una outlet en Zaragoza?
EL BARATILLO ZARAGOZANO
Ojeando la Guía de Zaragoza de 1860, encontré algo
curioso ¡una tienda de saldos en la
Zaragoza de hace más de 160 años! Sí,
eso que actualmente llamamos una tienda outlet.
Hoy en día,
este tipo de establecimientos se ha extendido por todo el país, la palabra
inglesa outlet les da un aire moderno,
novedoso, actual… que invita a comprar, quizá porque en cierto modo “suaviza” lo
que en realidad se ofrece en ellas pretendiendo dejar lejos lo que antes, sin ningún tipo de “pudor”, se
denominaban saldos.
Realmente este
tipo de tiendas no son una novedad, como ya hemos indicado tienen larga
tradición. Por la citada Guía conocemos
la existencia de una de ellas en nuestra ciudad, aunque los datos que
proporciona son más bien escasos.
Nos dice su
nombre, el Baratillo zaragozano, que
por sí sólo habla de que estaba dedicado a la venta de diferentes artículos a
bajo precio, señala la guía que era:
“…un inmenso
bazar, una mina inagotable de telas, ropas y objetos que forman una escala muy
dilatada de estímulos y tentaciones para aligerar los bolsillos, y proveerse de
muchas cosas útiles así para vestir, como para adorno y servicio de las casas”, todo ello, comenta, estaba al
alcance de los bolsillos más modestos.
Claramente señala
que lo que allí se vende son objetos de saldo, pues dice que ese establecimiento
dispone de una “…copiosa colección de efectos… consigue dar salida y facilitar el despacho… de las existencias…
de otras tiendas o almacenes que hicieron grandes pedidos y no los vendieron a su tiempo”
En esta tienda
se vendían también “prendas completas para trages de hombre y mujer”, prêt-à-porter de la época en el que podían encontrarse ropas confeccionadas,
adecuadas para cada estación del año que, junto con sus económicos precios, eran
anunciadas pomposamente, a “bombo y platillo”, en los diarios de la ciudad.
En cuanto a
la clientela no eran sólo los habitantes de Zaragoza los que hacían amplio uso
de este popular comercio, pues tanto los forasteros como las gentes de los
pueblos de alrededor, sobre todo los que acudían con sus productos al mercado, iban
a comprar al conocidísimo Baratillo cuanto
necesitaban, haciendo buen acopio tanto de las prendas confeccionadas como de telas,
hilos y demás, los bajos precios eran todo un reclamo.
Desconocemos
su aspecto interior, sólo que era “un inmenso bazar”, lo que nos hace
pensar que bien pudo ocupar alguna antigua casona de las que tanto abundaban en
la ciudad. Al exterior su aspecto sería humilde, se cerraría con un simple
portón de madera, como todas las tiendas del momento, en esa época los grandes
escaparates con cristales no se utilizaban, es más se consideraban un
despilfarro inadecuado.
Conocemos,
eso sí, el lugar en el que estaba situada, según indica la Guía “El
Baratillo zaragozano está situado en la calle Contamina, esquina á la de la
Traición”.
El lugar corresponde hoy a las actuales calles de Jussepe Martínez esquina con la calle D. Pedro Atarés, nombre que tomó la calle de la Traición al ser renombrada por el Ayuntamiento en 1863. La actual calle Jussepe Martínez corresponde a un antiguo tramo de la de Contamina, renombrada también en esa fecha.
El lugar corresponde hoy a las actuales calles de Jussepe Martínez esquina con la calle D. Pedro Atarés, nombre que tomó la calle de la Traición al ser renombrada por el Ayuntamiento en 1863. La actual calle Jussepe Martínez corresponde a un antiguo tramo de la de Contamina, renombrada también en esa fecha.
Así pues, la
tienda estaba situada en el corazón de la ciudad, en una zona de calles tan
estrechas como antiquísimas, en lo que hoy llamamos Casco Antiguo.
No sabemos
cuando esta popular tienda-bazar, abrió sus puertas, pero como poco debió
hacerlo en la década de los 50 del s. XIX puesto que tenía plena vigencia en
1860 y que era tan importante y conocida como para figurar en una guía de la
ciudad dedicada a recoger de forma descriptiva sus más variados aspectos.
Tampoco tenemos
noticias de cuando cerró sus puertas, pero bien pudo ser una víctima más del ensanche
realizado para abrir la nueva calle de Alfonso I, que con tanto empeño hizo
posible el alcalde Candalija.
Los derribos,
realizados en 1866, se llevaron por delante casas y porciones de las estrechas
y a veces tortuosas calles, algunas hasta desaparecieron, y otras, convertidas en
bocacalles de la principal, se fueron ensanchando y alineando hasta conseguir
mejorar el aspecto de esta parte de la ciudad.
Ignoramos si El Baratillo zaragozano resistió las reformas o desapareció definitivamente en ese momento. No hay noticias de
ello.
Rosa M. Germán
Rosa M. Germán
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