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Santa Engracia

¿Sabías que ... Santa Engracia fue patrona de Zaragoza?

La iglesia actual
Santa Engracia fue patrona de la ciudad hasta que su patronazgo fue sustituido en 1642 por el de la Virgen del Pilar.

La devoción y culto a Santa Engracia era antiquísima en Zaragoza, partía de los orígenes del cristianismo cuando sus seguidores fueron perseguidos por las autoridades del Imperio Romano, que veían a las comunidades cristianas como una amenaza para las tradiciones del Imperio.
Durante la persecución de Diocleciano (S. IV), la más dura de todas ellas, según relato de Prudencio1 (398-400), esta santa sufrió tormento y murió en nuestra ciudad, junto con sus compañeros, siendo sus restos depositados a extramuros, en lo que debió ser una necrópolis romana. 
Según la tradición, confirmada hoy por la arqueología, ya en fecha muy temprana sobre el sitio donde había sido enterrada se construyó en su memoria una basílica paleocristiana, que perduró en el tiempo extendiéndose su fama fuera de nuestras fronteras por lo que fue punto de peregrinaciones en época visigoda.
Según narra Fray Diego Murillo2, en el s. VI se construyó en ese lugar una abadía benedictina de la que fue abad Marco Máximo, quien posteriormente fue obispo de Zaragoza:

“..seria cerca de los años del Señor de 537, o pocos años después, fundaron allí Convento los Padres Benitos: porq Marco Maximo dize que si, que fue Abad del Monasterio de las Santas massas, y es cierto, que antes q el lo fuesse algunos años, estaría ya fundado el Convento.” 

Y sigue diciendo que años después:

“el glorioso S. Braulio reedificó la Iglesia de aquel convento…” 

 El culto a esas reliquias, las llamadas Santas Masas, pervivió durante la dominación islámica de la ciudad, constituyendo uno de los dos núcleos mozárabes de Saraqusta, y tras la conquista de la ciudad siguió como lugar de culto y parroquia, donada por Alfonso el Batallador a la diócesis de Huesca.
Mucho tiempo después, en el siglo XIV, el hallazgo fortuito de dos sarcófagos paleocristianos, avivó inmensamente el fervor de los zaragozanos por la santa.

Así lo narró fray Diego Murillo:

 “fueron hallados los Santos cuerpos de la gloriosa Virgen y martyr Santa Engracia, y de sus compañeros, juntamente con las Santas masas de los innumerables Martyres”

Sarcófago paleocristiano
   El hallazgo adquirió tanta relevancia que a finales de ese siglo o comienzos del XV sobre la cripta que contenía los restos comenzó a construirse una nueva iglesia, acorde con la importancia de las reliquias y la devoción de sus fieles, la iglesia alta.

Debido a los grandes problemas económicos las obras avanzaban muy despacio, hacia 1450 la notable contribución realizada por el arzobispo zaragozano Dalmau de Mur, gran mecenas de la ciudad, dio un fuerte impulso a la construcción de ese templo gótico-mudéjar, pero a pesar de todo, se dilataban en el tiempo.


Entonces, un importante hecho cambió por completo el curso de los acontecimientos. En 1468 el rey Juan II, gran devoto de Santa Engracia, se encontraba aquejado de cataratas y apenas podía ver, la enfermedad era entonces prácticamente incurable y para intentar aliviar el problema se sometió a una operación, muy arriesgada en ese momento, que realizó un médico judío. Antes de ser operado se encomendó a la santa haciendo voto de construir un gran monasterio en ese lugar, dedicado a Santa Engracia, si recuperaba la visión. 
Con la operación mejoró su vista, pero el resultado se atribuyó a la milagrosa intercesión de la santa antes que a la pericia del cirujano y provocó entre los zaragozanos una enorme corriente de fervor religioso hacia santa Engracia. Llegó a tal punto que unos años después, en abril de 1480, Santa Engracia fue declarada por el Concejo (Ayuntamiento) patrona de la ciudad, estableciendo la Iglesia el 16 de abril como día de su conmemoración y fiesta de guardar3. Esta festividad era una de las más importantes de la ciudad y los zaragozanos lo celebraban con gran devoción acudiendo a su iglesia en solemne procesión desde La Seo. Otra gran procesión se realizaba el 3 de noviembre, día de la conmemoración de los mártires.

Esculturas de los Reyes Católicos
Pero Juan II no pudo cumplir el voto hecho a la santa debido a los graves problemas económicos por los que atravesaba y al morir, en 1479, en su testamento dejó encomendado a su hijo y sucesor, Fernando el Católico, que realizara su promesa lo cual llevó a cabo Fernando a partir de 1492, terminando la iglesia superior y construyendo el monasterio, en el cual instaló, ya en 1493, monjes jerónimos.
El conjunto arquitectónico4, debió de ser, sin duda, de gran valor artístico, en él trabajaron artistas tan destacados como Alonso Berruguete, Bigarny o los Gil Morlanes, padre e hijo, que realizaron la magnífica portada de la iglesia alta (1516-1517), en la que representaron a los Reyes Católicos en esculturas orantes y a sus símbolos heráldicos, lo que evidenciaba la importancia del lugar.

El claustro grande en 1806. Lejeune
De los dos claustros que el monasterio tenía, el claustrillo o claustro menor, o pequeño, ya existía a mediados del siglo XV, y bastante tiempo después se construyó el magnífico claustro mayor, de gran valor artístico, realizado en su mayor parte entre 1511 y 1517 siendo terminado entre 1529 y 1536, ya en época de Carlos I. 

Durante todo ese tiempo la devoción a la Virgen del Pilar había ido en aumento y el suceso de Calanda, ocurrido en 1640, fue proclamado por la Iglesia como milagro en abril de 1641, cambiando las cosas de forma radical.  Tanto fue así que un año después, en 1642, el Concejo declaró a la Virgen del Pilar patrona de Zaragoza y santa Engracia perdió su “patronazgo”.  Como consecuencia de todo ello, a partir del último tercio del siglo XVIII, se planteó la construcción de una gran basílica, El Pilar actual, para rendir culto a la Virgen, cuyas obras perduraron hasta 1961.

En la segunda mitad del s. XVIII la iglesia alta de Santa Engracia amenazaba ruina por lo que sufrió una importantísima remodelación5. Prácticamente se rehízo toda ella cambiando su aspecto, su estilo gótico-mudejar por el neoclásico, al ser realizada la reforma al gusto de la época: el neoclasicismo. Esta “nueva” iglesia reunía obras de los pintores zaragozanos más importantes de ese momento, como Bayeu y Luzán que realizaron cuadros para algunas capillas y altares.

Muy pocos años después, en 1808, estalló la Guerra de la Independencia y Zaragoza sufrió los dos Sitios que la hicieron famosa en Europa. Cuando los franceses levantaron el primero de ellos iniciando su retirada, el estallido una mina bajo la iglesia de Santa Engracia la destruyó casi por completo. El hecho ocurrió en la media noche del 13 al 14 de agosto de 1808, Alcaide Ibieca6 que combatió en los Sitios lo describió así:

Convento de santa Engracia en ruinas. 1811-1813
Edward Hawkwe Locker
“El subterráneo o iglesia de los Mártires, donde existía el pozo y catacumbas que cerraban los venerables restos… estaba cegado con las ruinas del edificio superior, del cual sólo se descubría un lado de la nave que formaba la iglesia principal, y algunos medios arcos de la bóveda. El pórtico de mármol, obra de Juan Bautista Morlanes, quedó en pie, aislado, aunque con muchos balazos; y también la torre, y otras dos que adornaban los costados del pórtico. A la parte exterior quedó colgando un trozo de corredor con los artesonados, y varias hileras de columnas pequeñas; presentando por ambas caras una vista interesante de ruinas. ”

El monasterio no corrió mejor suerte, fue destruido, pero el magnífico claustro grande quedó en pie aunque sufrió daños importantes en el lado más próximo a la iglesia.


Daños en el claustro grande

El claustro en el Segundo Sitio (1809)



 .


  
El claustro grande reconstruido (1842), poco antes de ser derribado
















Durante el Segundo Sitio el claustro seguía en pie y allí se produjeron grandes combates en los intentos de penetrar en la ciudad por el sur.


Louis-François Lejeune, que participó en ellos pintó la escena años después, en  1827.
Al fondo se ve la torre de la enfermería que aunque sufrió también daños, no cayó con la explosión.  

Al terminar la guerra los monjes iniciaron la reconstrucción de la iglesia y del claustro, pero de poco sirvió, en 1835 la Desamortización de Mendizábal cambió las cosas para siempre al decretarse la supresión de los monasterios y la venta de sus bienes inmuebles.  Fue el comienzo del final de lo que quedaba del antiguo y magnífico monasterio.

Poco después7 “…los poderes públicos, en 1842, acordaron su demolición (del claustro), en un incalificable acto de incultura, tras la desamortización, para aprovechar su solar con destino al futuro Colegio Militar de Zaragoza, remoto precedente local de la Academia General Militar.”

Lo que quedó de la iglesia.
 A la izquierda el edificio castrense


Triste final para tan antiquísimo y emblemático lugar que durante siglos y siglos acaparó la gran devoción que los zaragozanos sentían hacia Santa Engracia, hasta tal punto fue que la hicieron su patrona.
 La cripta fue reconstruida y al final del siglo XIX se levantó sobre ella una nueva iglesia que conservó la portada de la anterior, es lo único que hoy queda de su pasado esplendor.   




 






Rosa M. Germán


1.- Clemente Prudencio, A. (348 - 410). Himno IV del Peristephanon liber, (Libro de las coronas de los mártires).

2.- Murillo, fray Diego.- Fundación milagrosa de la Capilla angélica y apostólica de la Madre de Dios del Pilar, y excelencias de la imperial ciudad de Zaragoza. Barcelona 1616. Capítulo XXXIII, pág 275

3.- Cia Blasco, J. “Precedentes y orígenes del monasterio jerónimo de Santa Engracia de Zaragoza”. Revista de Historia Jerónimo Zurita, 76-77. Zaragoza, 2001-2002. Institución Fernando el Católico. 83 p.

4.-Ansón Navarro, A. “La Iglesia Alta del Real Monasterio de Santa Engracia: aproximación a un monumento desparecido”. Seminario de Arte Aragonés, XXIX-XXX. Zaragoza, 1979. Institución Fernando el Católico. Pp. 5-26.

5.- Ponz, A. Viage de España…, Carta segunda.Tomo XV. Madrid, 1788. Pág. 47 y 48.

6.-Alcaide Ibieca, A. Historia de los dos Sitios de Zaragoza. Madrid 1830-1831. Pág. 111 y 112

7.- Quinto y de los Ríos. Album Gráfico de Zaragoza.  Zaragoza, 1985. Pág. 119

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